Editora: Myriam Nissensohn (Cdad.Aut.de Buenos Aires)

EL OTRO, EL MISMO

..............................................................Jorge Luis Borges

(1964)

"De los muchos libros de versos que mi resignación, mi descuido y a veces mi pasión fueron borroneando, El otro, el mismo, es el que prefiero" J.L.B.

INSOMNIO

En vano quiero distraerme del cuerpo y del desvelo de un espejo incesante que lo prodiga y que lo acecha y de la casa que repite sus patios...En vano espero las desintegraciones y los símbolos que preceden al sueño.

LA NOCHE CÍCLICA

No sé si volveremos en un ciclo segundo como vuelven las cifras de un fracción periódica; pero sé que una oscura rotación pitagórica noche a noche me deja en un lugar del mundo.

DEL INFIERNO Y DEL CIELO

En el cristal de un sueño he vislumbrado el Cielo y el Infierno prometidos: cuando el Juicio retumbe en las trompetas últimas y el planeta milenario sea obliterado y bruscamente cesen ¡oh! Tiempo tus efímeras pirámides, los colores y líneas del pasado definirán en la tiniebla un rostro durmiente, inmóvil, fiel, inalterable (tal vez el de la amada, quizá el tuyo) y la contemplación de ese inmediato rostro incesante, intacto, incorruptible, será para los réprobos, Infierno; para los elegidos, Paraíso.

POEMA DEL CUARTO ELEMENTO

Fué, en las cosmogonías, el origen secreto de la tierra que nutre, del fuego que devora, de los dioses que rigen el poniente y la aurora. (Así lo afirman Séneca y Tales de Mileto).

A UN POETA MENOR DE LA ANTOLOGÍA

Sobre otros arrojaron los dioses la inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas, ...que acaba por rajar la rosa que venera; contigo fueron más piadosos hermano...de tí sólo sabemos, oscuro amigo, que oiste el ruiseñor, una tarde.

LÍMITES

Si para todo hay término y hay tasa y última vez y nunca más y olvido ¿Quién nos dirá de quién, en esta casa, sin saberlo, nos hemos despedido?

EL GOLEM

En la hora de angustia y de luz vaga, en su Golem los ojos detenía. ¿Quién nos dirá las cosas que sentía Dios, al mirar a su rabino en Praga?

EL DESPERTAR

Entra la luz y asciendo torpemente de los sueños al sueño compartido...y vuelve también la cotidiana historia: mi voz, mi rostro, mi temor, mi suerte. ¿Ah, si aquel otro despertar, la muerte, me deparara un tiempo sin memoria de mi nombre y de todo lo que he sido!

LOS ENIGMAS

¿Qué errante laberinto, qué blancura ciega de resplandor será mi suerte, cuando me entregue el fin de esta aventura la curiosa experiencia de la muerte? Quiero beber su cristalino Olvido, ser par siempre; pero no haber sido.

EL INSTANTE

El hoy es fugaz es tenue y es eterno; otro Cielo no esperes ni otro Infierno.

A QUIEN ESTÁ LEYÉNDOME

El universo es como tú , Proteo. Sombra, irás a la sombra que te aguarda fatal en el confín de tu jornada; piensa que de algún modo ya estás muerto.

EL ALQUIMISTA

El alquimista piensa en las secretas leyes que unen planetas y metales. Y mientras cree tocar enardecido el oro aquél que matará la Muerte, Dios, que sabe de alquimia, lo convierte en polvo, en nadie, en nada y en olvido.

EL SUEÑO

Si el sueño fuera como dicen una tregua, un puro reposo de la mente, ¿Porqué si te despiertan bruscamente, sientes que te han robado una fortuna?

JUNÍN

Vuelvo a Junín, donde no estuve nunca, a tu Junín abuelo Borges. Te imagino severo, un poco triste. Quién me dirá cómo eras y quién fuiste.

EL MAR

Antes que el tiempo se acuñara en días, el mar, el siempre mar, ya estaba y era. ¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento y antiguo ser...abismo y resplandor y azar y viento? Quien lo mira lo ve por vez primera...con el asombro que las cosas elementales dejan, las hermosas tardes, la luna, el fuego de una hoguera.

AL HIJO

No soy yo quien te engendra. Son los muertos.Son mi padre, su padre y sus mayores; son los que un largo dédalo de amores trazaron desde Adán y los desiertos...

BUENOS AIRES

Y la ciudad, ahora, es como un plano de mis humillaciones y fracasos; desde esa puerta he visto los ocasos y ante ese mármol he aguardado en vano. Aquí el incierto ayer y el hoy distinto me han deparado los comunes casos de toda suerte humana; aquí mis pasos urden su incalculable laberinto. Aquí la tarde cenicienta espera el fruto que le debe la mañana; aquí mi sombra en la no menos vana sombra final se perderá, ligera.

No nos une el amor sino el espanto; será por eso que la quiero tanto.

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